The Crawlies son una banda de rock’n’roll por su sitio y sin matices. Sobra decirlo.
Y para el que no los conozca, hay que aclarar que tocan muchos palos y todos bien. Rocanrol clasicote, power pop, new wave, punk (del de verdad, el del 77), etc.
En este EP se sumergen en la primera de sus querencias. Garage rock, por supuesto. Puritito Garaje del de toda la vida. Del de verdad. Sin colorantes, aditivos ni actualizaciones innecesarias. Sin imposturas. Garaje sin más. 1966 otra vez. 1966, sí. Y, si alguien se pregunta ¿de verdad 1966 otra vez? yo le respondo que ,si del que esto escribe dependiese, SERÍA 1966 PARA SIEMPRE.
Cuando uno escucha You Decide, That's Why You Lie o Back To The Blank Days con sus vibratos, sus ecos, su (maravilloso) Fuzz, su Farfisa, sus ritmos urgentes y deliciosamente básicos, su mezcla de melancolía y furia, es como si estuviese en la puerta del Pandora’s Box en Sunset St, o en el parking de un local de los suburbios mid-class de una pequeña ciudad del Medio Oeste americano con una cerveza en la mano, una noche de viernes de ese 1966 dorado y rabioso; esa Fantasía de Rock’n’roll con la que todos hemos soñado cuando teníamos dieciocho, diecinueve años. Con la que aún seguimos soñando.
¿Quién necesita más? ¿Quién quiere puestas al día supuestamente innovadoras (todo está inventado, coño) o cesiones que no llevan a ningún sitio? Garaje orgulloso. 1966 para siempre. Ésa es la idea, ése es el espíritu, eso es lo que son estas canciones. Nuevas, porque son de ahora. Pero tan clásicas e impepinables como si las hubiese grabado una banda de Pittsburg (de las buenas, ojo…) hace 55 años.
La cuarta canción, Last Tear, es un recordatorio y una prueba de lo que decíamos al principio. Que The Crawlies hacen muchas cosas y todas bien. Este tema no es Garage Rock sino un glorioso ejemplo de Power Pop verdadero. Del primero, del auténtico, del que siempre ha sido y será; dando sopas con honda a esas chorradas que intentan aprovechar la etiqueta sin saber de qué va realmente la cosa. Rocanrol melódico, guitarras poderosas, armonías perfectas. Ese Power Pop que te hace sentir triste y pletórico al mismo tiempo. Que te hace dar gracias a no-sé-qué o a no-sé-quién por estar vivo y, a la vez, te hace estar dispuesto a reñir con el mundo entero.
Tienes diecisiete años. Las chicas no te hacen caso, la cerveza es barata, las afueras de la ciudad tienen unas luces raras, las noches de los viernes duran mil años y el mundo suena así.
A guitarras eléctricas y a melodías tristes y aceleradas. A rocanrol.
A The Crawlies.